Dolor
Que difícil
es respirar cuando duele tu garganta por las ganas de llorar.
Que difícil
es sonreír a varias personas cuando preferirías estar acurrucado y triste en
soledad.
Qué difícil
es intentar explicarle a alguien como te sientes cuando ni tú mismo lo
entiendes.
Qué difícil
se vuelve la vida al hacer que un sentimiento tan puro y hermoso como el amor
se pueda convertir en algo cruel y doloroso.
A veces
siento que el corazón es un plato de vidrio del cual muchas personas pueden
servirse a comer, para al finalizar solamente dejarlo caer. Y así el plato se
rompe, esparciéndose muchos pedazos en el piso.
Los corazones
no juzgan, pues son de vidrio. Por eso los rompen y luego llega alguien a
agarrar un trozo como si fuese lo más normal del mundo, y así mientras caminan por la calle
arrojan ese pedazo al basurero y se olvidan de que alguna vez todo lo ofrecido
fue con la intención de hacerlos felices.
Para algunos,
los días siempre son tristes, aunque no esté lloviendo, aunque el sol este
brillando, solo les provoca quejarse del frío. Del frío que sienten porque ya
no son importantes en lo que consideraban era su vida. Del frío que sienten al
darse cuenta que piensan en puras tonterías, porque no es que ya no sean
importantes en esas vidas, es que nunca lo fueron y por eso están así.
Mentiras.
Las mentiras
dominaran al mundo.
No es quien
dice la mentira, si no quien se la cree.
Es por aquellos que viven en un mundo de fantasía soñando con cosas que
nunca pasaran en la realidad.
Que sería de
una persona si no se siente amada por nadie.
Que sería de
una persona si no escucha lo que en su mente siempre suena.
Las personas
preferimos escuchar una dulce mentira a vivir en una dolorosa realidad.
Porque la
realidad es que nadie va a amarte nunca como tú quieres ser amado y cuando
alguien lo haga, por alguna mínima tontería será despreciado. Por eso sufrimos
como unos idiotas.
Porque luego
el plato se rompe y todos los pedazos son regados por diferentes basureros
desconocidos. Así es como empezamos a buscar partes de corazones de otras
personas para completar el nuestro. Pero la verdad que nadie te dice es que
esos trozos, ya tengan forma cuadrada, redonda, triangular, rectangular, o
cualquier otra; nunca encajaran con nuestro espacio vacío.
Y así es como
sucede todo. Conocemos a alguien que está dispuesto a entregarnos una parte de
sí mismo, solo para darnos cuenta de que no era lo que buscábamos. De que la
pieza no encaja. Pero, en vez de regresar a devolver lo que no es nuestro ni
nos sirve, preferimos botarlo a la basura.
Y al solo
pensar en regresar para arreglar lo que destruimos, nuestra mente se nubla y
solo se llena con la frase ‘‘De verdad, que flojera’’.
Luego, el
mundo sigue su rumbo natural. Gira, gira y gira, aunque no se pueda notar.
Aunque no sintamos la diferencia en nuestro cuerpo si hay un gran cambio con
cada minuto que pasa.
Con cada
minuto que pasa una persona está regalando un pedazo de una parte vital de sí
mismo, sea un beso, sea un abrazo, sea una charla, lo que sea; al final se
vuelve inservible.
En otra parte
del mundo en este mismo instante, hay una persona intentando con todas sus
fuerzas hacer que encaje un pedazo de corazón que le regalaron, en un hueco sin
forma de tantos hoyos que tiene. Pero esa persona se frustra, llora, porque
aunque lo desee con todo su ser, las formas nunca serán iguales, nunca tendrán
el mismo tamaño, nunca tendrán el mismo volumen. Y esa persona se arrepiente
con toda su alma de haber regalado tantas partes de sí mismo, por eso es que,
molesto con la vida, va y lanza a la
basura la cosa que tiene en la mano que para él es inservible.
¿Pero quien
sufre más que aquellos que se dan cuenta de lo tétrica y malvada que es la vida?
Hecha como un juego donde hagas lo que hagas,
sin importar lo que suceda siempre todos los jugadores van a perder. Donde se
supone que el amor y la felicidad son el premio más deseado, pero nunca nadie
llegara a alcanzarlos.
Y, aún a
pesar de darse cuenta de este círculo vicioso y asfixiante; las personas
realistas y centradas muy en el fondo sueñan con platos que nunca se rompen,
partes que no se arrojan a la basura y en vez de eso se le devuelven a sus dueños;
formas que aunque no encajen, son forzadas a entrar y quedan tan atoradas que
nunca nadie será capaz de tirarlas.
Sin duda hay personas
que sufren y lloran en silencio, que se sienten solas, que odian a todo el
mundo y no quieren ofrecer ni un gramo de su corazón a nadie más.
Pero en secreto
tienen la esperanza de amar y ser amados sin que nadie termine herido.